El trabajo en el plano humano:
En la vía de su elevación espiritual, el hombre ha tenido siempre problemas para unir su corazón con su mente. (chakras 4 y 6.)
La
razón es que el chakra 6, el chakra de la iluminación no está formado
definitivamente. El cuerpo mental del hombre no ha evolucionado hasta
el nivel de sus plenas capacidades de funcionamiento permanente. El
hombre a alcanzado un nivel suficientemente avanzado para poder
perforar los límites de sus pensamientos concretos y cortocircuitarlos
para trascenderlos y entrar en el mundo espiritual de la luz
superamental.
Este chakra 6, al que llamamos el chakra
alta minor,
funciona principalmente por proyección de nuestros pensamientos hacia
la frente (ajna) porque nuestros estados de conciencia están basados
principalmente en las limitaciones de los conceptos individuales de
“pensar”. Por otra parte esto corresponde al concepto físico de nuestro
cuerpo.
Hacia la frente se encuentra la zona donde la conciencia individual
está formada. La parte de la conciencia colectiva, que forma la
retroalimentación para la conciencia individual, es todavía muy
“inconsciente” y para una gran parte está reducida a la memoria
colectiva. Funcionamos en el plano colectivo principalmente todavía
mediante la fuerza dominante y ciega que proviene de la limitación de
nuestros conceptos colectivos. Lo que “se” dice y lo que “se” hace
equivale a la ley y se impone automáticamente. Esta parte se encuentra
en la zona de la epífisis y está influenciada por la cualidad del
cuerpo calloso y el funcionamiento del cerebelo.
El centro del alma
(chakra 8, au-dessus de la tête) (chakra 8, encima de la cabeza) tiene
un aspecto de rombo multidimensional en movimiento, forma el punto
trascendente, en dos triangulos unidos y inversos, a esta dualidad
(delante y detrás) en la cabeza.
La
profunda dualidad de nuestros conceptos mentales y la confusión entre
los diferentes niveles de la conciencia son el resultado de esta
“inconsciencia”colectiva que nos impide la unión con nuestra alma, con
los estados del alma superiores y colectivos y al fin con el Alma
Universal
Es
pues la unión del cuerpo y el espíritu (conciencia relativa individual
y colectiva) con el alma lo que permite crear una nueva conciencia de
unidad. En este momento el alma va a abrir con fuerza el chakra del
corazón y estar más directamente presente en el corazón físico. El
corazón físico que es uno de los cuatro superátomos del alma, comienza
entonces a vibrar en un plano superior. Esto provoca una radiación carismática reseñable de luz, sentida como el calor del amor.
La taquicardia es en el plano físico una elevación vibratoria
como continuación a una mayor y frecuente apertura del chakra del
corazón.
Es
pues esta consciencia superior la que permite otro funcionamiento del
cerebro. El análisis y la intuición van a colaborar cada vez más
mediante la harmonización de las diferentes partes del cerebro (es
decir la parte izquierda y la parte derecha). Esto permite un
discernimiento más directo y más amplio de los diferentes niveles de la comprensión y la síntesis en la unidad en la diversidad.
La
dualidad entre cuerpo y espíritu se siente pues siempre, incluso en los
más avanzados espiritualmente, hasta el momento del discernimiento de
la jerarquía de la conciencia donde la confusión y la dualidad van a
desaparecer en la medida del progreso sobre el camino de la iniciación
en la conciencia superior a través de las expériencias
de formas más universales de fusión.
Este es el sentido del camino superior cósmico de la entidad espiritual
y divina del Cristo y la realización de su conciencia divina para el
bien de toda la creación. Su instrumento es el
trabajo de síntesis en todos los niveles del universo. Esto no permite únicamente la realización de esta conciencia mediante la fusión, sino su expansión hasta el infinito.
La práctica:
I
Hay
ejercicios prácticos, para aplicar con suavidad, que facilitan esta
unión. En un futuro cercano podemos alcanzar una mayor atención en el
proceso de síntesis en el pensar del hombre lo que permitirá un
progreso real en nuestra manera de pensar.
La
meditación personal y/o colectiva y las armonizaciones (silencio =
neutralizar y trascender las tensiones) en grupo son de una enorme
importancia y deberían ser practicadas como la oración en el tiempo, al
comienzo y al final de todo trabajo importante y aún más intensamente
en caso de que la tentación de provocar conflictos sea grande o incluso
en el caso de los peligros y los trastornos que le siguen.
Una práctica especialmente eficaz es de parar, en nuestros pensamientos, nuestros actos y nuestras palabras de manifestar automáticamente "nuestro ser contra". La actitud de la lucha contra, así como tomar
parte
para, en oposición de lo que está en contra, nos mantiene no únicamente
en la ley de la separación y de la exclusión, sino que atrae
situaciones de conflicto. Nuestro pensamiento concreto rechaza verlo a
causa de sus conceptos limitados. A causa de nuestros ideales puestos
por delante, nos es difícil hacer concesiones, lo que excluye
la armonización por la paz.
En lugar de estar contra, tratemos de positivar lo que nos aparece como mal a través de expresiones “para”
. Eso es lo que nos permite situar el mal en el conjunto en su justo
lugar y verla vía de armonización para poder iluminar y aprender de lo
que está bien en ello así como que el mal se transforme finalmente en
armonía. Es un trabajo de base, educativo y constructivo que pide
paciencia, modestia y transparencia. Abre nuestra mente concreta. Nos
hace comprender la verdadera naturaleza del mal como un amor demasiado
aislado, condicionado en relación a su entorno por “inconsciencia o
falta de conciencia”. Dios ¿no es AMOR? Y lo que podemos ver fuera de
Él no es nada más que un reflejo de su Amor
Este
trabajo práctico nos permite trascender nuestros conceptos limitados
buscando en el mal, lo que, por desequilibrio, se encuentra bloqueado
como expresión de amor, un potencial formidable, un regalo escondido
por la expresión de la abundancia de amor en la vida.
Ejemplos:
es claro que el dinero como el sexo, no son un mal en sí, sino los
bloqueos que se muestran a través de aquellos que no lo emplean para el
bien de todos, sino primero o incluso solamente para su propio bien
explotando al otro. Esto no es solamente la expresión de una
incomprensión y falta de conciencia en el plano individual. Es también
la consecuencia de una frustración profunda que viene de una falta de
conciencia y de amor colectivos para estimular y educar a cada uno, sin
excepción y adaptado a estas necesidades, hacia una visión más
armoniosa, equilibrada, menos exclusiva y monopolizante. Hay muchas
excusas para ello: falta de dinero, de tiempo, de personas..., porque
estimamos que prevalecen valores más condicionantes y materiales. De
esta manera no vemos más que nuestra civilización con todas sus proezas
materiales y técnicas está al borde de su quiebra. Su supervivencia
está realmente amenazada porque contienen una importante masa colectiva
e inconsciente que está alejada de las fuentes de la vida. Estas
fuentes alimentan siempre el conjunto y la inconsciencia amplifica pues
los efectos de desarmonía en la vida. Esto lleva inevitablemente a las
crisis, al desfondamiento y a la destrucción brusca, con catástrofes
para llegar a un nuevo equilibrio
La fatalidad está en no poder comprenderlo y creer que el peso
ciego colectivo es demasiado grande para poder armonizar el mundo antes
de que sea demasiado tarde. Nunca es demasiado tarde para el Ser
Divino, Cristo en el hombre, para despertarse.
Nuestras
leyes son impuestas como forma común de nuestro “pensar” y nuestra
conciencia colectivas. Son la expresión y el parámetro de una mayoría
del “pensar” concreto y material que se ha impuesto como ideal. Es la
causa directa de la exclusión y de nueva incomprensión y por lo tanto
nuevo desequilibrio y frustración. Nuestro “pensar” concreto es por sí
mismo impotente para resolver este dilema de la mayoría. Para ello
debemos llamar a otra forma de pensar que permita un acercamiento más
respetuoso, lleno de amor y más holístico. Por lo tanto, no es
suficiente llamar a los valores espirituales de la vida para obtener
una solución más armoniosa y concreta. La mutua fructificación es la
que por medio de la síntesis puede ofrecer una nueva perspectiva y
soluciones concretas. Parecerá que las medidas a tomar serán a menudo
más directas y simples y sobre todo que serán necesarias menos leyes.
Una sociedad que es más recta y por lo tanto más justa (en justicia),
con menos necesidad de aplicación de derechos específicos. Tiene sobre
todo necesidad de medidas ligeras, constructivas y educativas y mucha
paciencia (lo que supone una visión a largo plazo) para crear un
consenso más consciente.
Una práctica muy simple es también la oración:
El Padre Nuestro, oración de la era de Piscis, es una invocación del hombre hacia el ser superior, el Cristo en su alma.
El recitado hace descender progresivamente la energía del Cristo
hasta el centro del cóccix, debajo de la columna vertebral. Es un
trabajo de harmonización de los 7 cuerpos a la vez.
Encontraréis en el siguiente esquema este proceso de arriba hacia
abajo. Esta invocación a contribuido sobre todo al desarrollo y
apertura del cuerpo mental y la perfección de la afinidad del cuerpo
emocional hacia los cuerpos más sutiles.
La oración del hombre acuariano:
Mediante
una estimulación cada vez más intensa de las energías de la tierra por
las nuevas energías de la era de Acuario, el Cristo mismo puede
descender más fácilmente en el hombre, si lo acepta. El hombre
acuariano se conectará así más directa y progresivamente con su Ser
Superior y se dará cuenta que vive en “Cristo” y que forma parte
integrante del Cristo.
Su oración se convierte entonces en elevación, con las energías
recibidas, hacia el ser superior y sublime que vive a través de su
alma: el Cristo – Buda. Es el movimiento de ascensión del ser inferior
hacia el ser superior en la vía celeste. Es la construcción del antaskarana,
la vía de comunicación de la luz búdica que se construye por, con y en la comunicación superior del hombre con su alma.