Nuestras democracias
modernas son el reflejo de nuestra manera de pensar. Hacemos la
separación a favor de las dominancias (mayoría). Practicamos pues
inevitablemente la exclusión. Esto corresponde fundamentalmente a
nuestra manera de pensar que es a favor o en contra. No hay pues un terreno respetuoso de entendimiento global
si no es por la fuerza. No hay instru- mentos oficiales y permanentes
que reconocen en su funcionamiento la expresión solidaria y libre, a
favor de la igualdad fra- ternal de todos.
Nuestras democracias son particracias.
La responsabilidad política está
sectarizada según las partes y los sindicatos de intereses que siguen a
visiones restrictivas y exclusivas. Pretenden todos ser mejores que los
demás y por lo tanto legítimamente imponibles a todos por el principio
de la mayoría elegida.
Está la presunción de ser una libre elección. Todo desacuerdo en este
sistema sectario no tiene otra salida que las relaciones de fuerzas,
huelgas y cuando llega el caso la calle y la acción ilegal. Cuando no
se quiere ver u oír, es necesario forzar la situación. Nuestras
democracias que combaten la violencia, mantienen así el germen de la
violencia.
La comunicación constructiva es reconocida “parcialmente”como principio de poder. La elección es parcialmente libre por el funcionamiento exclusivo del principio mismo de las mayorías.
La inconsciencia colectiva y el poder:
La idea democrática actual está basada en el principio de la trinidad del poder:
el poder legislativo, el poder el poder ejecutivo (administrativo) y el
poder judicial. Tienen cada uno su prolongación técnica, a menudo muy
compleja, de consejeros y comisiones.
Esta trinidad es el reflejo de una visión idealizada de dominio vertical de la organización de la sociedad.
Desde ahí defendemos los ideales de igualdad, de libertad y de
fraternidad. No son realidad aún pero los tomamos como tal. Por otro
lado, la separación de los poderes es el reflejo de la visión horizontal que viene de la manera de pensar de la mente concreta de los individuos.
Hemos debido concebir mal la compatibilidad entre los intereses
privados, y todavía menos entre el interés privado y el colectivo.
Reseñamos que hay confusión de niveles y de visiones y que no hay un instrumento eficiente que permita tender el puente de comunicación permanente entre horizontalismo y verticalismo, entre realidad e ideal.
Los poderes están fuertemente desfasados por lo tanto con la realidad,
la base. Es una causa permanente de conflictos, de retrasos y de
inmovilismo.
El aspecto constructivo de la participación responsable de cada uno hacia más igualdad, libertad y fraternidad, queda en apariencia, casi reducida a las elecciones. Esta construcción está abandonada en la práctica a los movimientos ciegos
del despertar de la conciencia colectiva. Se expresa en las elecciones
sobre todo por la vía negativa de sancionar a los elegidos.
No son más que los intereses y los problemas dominantes los que se
ordenan ante todo, puesto que los poderes vigentes son el reflejo del
nivel de la conciencia y de la inconsciencia colectiva de sus miembros.
De hecho nuestros sistemas no son verdaderamente transparentes y
claros. No arreglamos nunca verdaderamente los problemas. Por el
contrario la institucionalización de las diferencias, la exclusión
profunda de las minorías, provoca una lentitud en la evolución del
ideal democrático y es la causa de una división social cada vez mayor y
de reacciones extremistas. Vamos más bien por detrás de los problemas
más que ser capaces de preverlos.
Este aspecto inconsciente es la causa de una importante impotencia del orden establecido para cambiar cualquier cosa de ello. Alimenta el desinterés, legaliza el crecimiento de la desobediencia cívica y provoca
el desorden y la violencia de una masa en continuo crecimiento.
Despertándose uno comprende cada vez menos este sistema que lo
considera como un sistema de despilfarro que se hace más y más
inaceptable, complicado, incoherente, exigente haciendo perder
permanentemente fuerzas importantes. La explosión de una sociedad como
tal, se convierte así en una mayor probabilidad real.
Se vuelve más claro con la globalización que el tablero político se
convirtió en el teatro de una manipulación gigantesca, cuidadosamente
orquestado detrás de las cortinas. Las crisis son más y más
artificialmente orquestadas para controlar una masa que se está
convirtiendo en cada vez menos controlable, ver el hecho de que está
creciendo demasiado rápidamente en el informe de la evolución de su
conciencia. Todo esto ocurre aún en gran parte desconocido a la base
que es por lo tanto, la primera víctima de su inconsciencia. Con todo
señales de cambio se realizan por todas partes.

La ausencia del poder respetuoso
El elemento base de la democracia es el contrato social del mutuo respeto y el respeto para el conjunto del espacio vital según un funcionamiento preciso pero dinámico
El espeto mutuo está basado en el reconocimiento de los valores
fundamentales que el hombre se supone debe expresar a través de los ideales democráticos:
- la igualdad o la bondad de compartir el mismo espacio de vida.
- la libertad o la suavidad en las variaciones del tempo para permitir la cooperación.
- la fraternidad o la moderación y la valorización para unir las fuerzas positivas
- la solidaridad o la armonía del acuerdo de comunicar para permitir la paz.
- la transparencia o la verdad de las acciones con pura intención.
- la síntesis o el amor de formar parte de una unión o de un conjunto
- la sabiduría o el trascender de los conflictos por expresiones creativas de una conciencia más global.
El problema es que la expresión
de este contrato cambia en el tiempo por las mayorías sucesivas que interpretan
estos valores según sus propias visiones exclusivas. En efecto es muy difícil,
en el estado actual de pensar del hombre, de aplicar otros medios democráticos
que la representación de las mayorías, a menos que se acepte la idea de que la
mayoría sea impelida a respetar el conjunto, es decir búsqueda para cooperar
positivamente con la minoría incluida. En efecto, el poder respetuoso, que es la
consecuencia lógica del principio del respeto global, depende de la
conciencia del ser humano individual y de la integración de la conciencia de su
identidad colectiva. No es un poder que se pueda poner en la balanza de una
mayoría o una minoría. Se convierte en realidad en la medida que el individuo
está integrado en el conjunto de la vida democrática. Esto supone que se creen
los medios para hacerlo posible.
El poder
respetuoso es en sí incondicional, neutro e imparcial. Es la potencia
central, el corazón de todos los poderes separados. Es la condición del
buen funcionamiento de cada poder. Forja la unión en la diferencia necesaria
entre ellos y al mismo tiempo con la base: los ciudadanos.
Si el
poder judicial está ahí para hacer respetar las leyes, el poder respetuoso es
mucho más que eso. Tiene un carácter constructivo, educativo y moral de
armonización de las conductas
y de los pensamientos de los valores en la sociedad para llevarlos a la
cohesión del conjunto de la vida democrática.
El poder respetuoso puede crecer con el
crecimiento de la conciencia colectiva o disminuir no reconociendo las
necesidades de expresarla. Pero eso parece un cuerpo sin corazón o un espíritu
sin obras. La falta de esta expresión es una invitación a la revolución con el
fin de encontrar una nueva cohesión. Los casos en los que el respeto es letra
muerta, son la puerta abierta a la anarquía.
En
nuestros sistemas este poder respetuoso está representado por los jefes de
estado y sus representantes a nivel local. En el sistema de elección actual, provienen de
una mayoría y representan en realidad únicamente “una parte” del espacio
democrático, aunque ellos consideren “representar el conjunto”. Además,
hay a menudo confusión de poder. Si tienen un poder ejecutivo, es a menudo en
contradicción con el principio de la neutralidad que constituye la legitimidad
del poder respetuoso. Este aspecto de confusión es más pronunciado en los
regímenes republicanos, que en realidad esconden una forma de monarquía
discontinua
Si son
reyes y/o reinas, su legitimidad está basada en una aceptación por “mayoría”
del principio del poder respetuoso, pero su papel está limitado primero a
seguir prudentemente y por necesidad a las instituciones puesto que no tienen
medios directos para conectar con la base. No tienen apenas un papel activo
reconocido en la elaboración del consenso democrático. Su papel parece de
esta manera pasivo, convertido en arcaico e inútil. Por lo tanto es cuestionado
cuando la expresión de los valores humanos desaparece.
He ahí una laguna fundamental:
la ausencia de una expresión global del poder respetuoso que encarna el
principio de solidaridad entre los miembros y las organizaciones de la
democracia. Mediante un cambio de la manera de pensar en términos más globales
“holísticos” se despierta la conciencia colectiva sobre el respeto para la
unidad en la diversidad. La cohesión social necesita relaciones más justas:
transparentes y directas. Esto evoca inevitablemente una institución
oficial de comunicación permanente y global que pueda dinamizar esta construcción
de un consenso más real basado en relaciones justas entre todos los
componentes de la democracia. Al fin, el poder real del pueblo o su
responsabilidad participativa democrática se podrá convertir progresivamente en
una realidad en el espacio democrático que se convierte así en una real república (con un rey),
en el sentido real del término.
Una
expresión justa de este poder respetuoso llama inevitablemente a una
institución de carácter global y neutra y a personas neutras que puedan llevar
directamente la base, el ciudadano común, al centro o el corazón de la vida
democrática.
El papel
de esta institución central es la elaboración y el ejercicio del poder
respetuoso de cada uno mediante una participación creciente y responsable en el
contrato social democrático. Se efectúa mediante la integración de su papel
armonizador en relación con los demás poderes y toda la base democrática misma.
Los
medios de armonización para este fin son: foros de comunicación de información, formación educativa,
mediación y consulta por las que la masa inconsciente despierte progresivamente
en un consenso educativo para todos, a la vez: constructivo (igualdad),
armonizador (libertad) y evolucionador
(solidaridad fraterna).
La idea de la democracia participativa
La idea de la democracia
participativa ha nacido de esta laguna en el poder respetuoso. ¿Cómo podemos
insertarla en las actuales instituciones? Para saberlo es necesario explorar la
naturaleza de los poderes de más cerca.
¿Cuál es
la naturaleza de los poderes establecidos?
El poder legislativo :
Es la expresión de la voluntad de compartir
equitativamente el espacio común con la ayuda de principios válidos para todos
y traducidos por leyes. Es pues la expresión del ideal democrático de la
igualdad que quiere el bien para todos. Este ideal (aspecto espiritual,
vertical) se sobreentiende como la razón de ser de la mayoría existente. Por lo
tanto esta mayoría está en oposición forzada (aspecto horizontal) con una
minoría relativa, a la que por fuerza mayor rehúsa tenerla en cuenta. Entre los
dos hay una oposición automática, casi ciega a causa del principio de la
mayoría institucionalizada de exclusión en el mismo espacio democrático.
Encontramos pues en este poder
la cruz fija, confusa y penosa de pensamientos opuestos horizontal y vertical
de mayoría y minoría. No hay un centro neutro de reencuentro, no hay corazón
que lo pueda unir todo. El corazón de la vida misma, del hombre y de la mujer
de todos los días está ausente. No hay más que elegidos conforme a las visiones
e intereses sectarios, por muy nobles y defendibles que sean.
Falta lo que hemos olvidado de perfeccionar en nuestra historia: los foros
públicos. Nos faltan lugares de encuentro oficiales para todos los
ciudadanos donde se cuestionen los problemas, donde se pueda informar,
comunicar y participar activamente en la formación de un consenso general sobre
los problemas de la sociedad. Este latido del corazón colectivo para el
progreso de la conciencia colectiva está ausente. No hay más que un latido disperso,
tanto taquicárdico como apenas notorio y sobre todo recuperado por aquellos que
tienen más influencia y más voz.
Nos
faltan las plataformas intermedias y los mediadores entre los electores
y los elegidos. Nos falta el elemento que permita trascender las separaciones y
construir en el corazón de la vida misma el consenso necesario para que
las leyes se apliquen. Estos foros pueden estar abiertos a todos, sin
excepción. Debiéramos así entrever los foros para los jóvenes.
Es necesario el instrumento constructivo de armonización y de mediación social
que aprenda a comunicar, a ver los problemas más allá de nuestro punto de vista
sectario. Serán necesarios guías de comunicación y de armonización y personas
capaces de sintetizar para mostrar el progreso. Esto es importante para que
estos foros puedan contribuir realmente a relaciones más responsables y
armoniosas entre los ciudadanos.
Su interés es
incontestablemente la construcción educativa y progresiva de la responsabilidad participativa de
cada uno en la vida democrática. Pueden convertirse en lugares de
reencuentro importantes para la creación de relaciones más justas entre los
ciudadanos puesto que el criterio de participación será el principio de la
igualdad que está basada en el respeto del otro, sin tener en cuenta la fe, la
raza o el rango social.
Estos foros legislativos pueden
tomar un carácter local (comunal), intercomunal, regional, interregional,
nacional, internacional y mundial. Si no tienen un poder legislativo directo,
aunque ello pueda entreverse en ciertas condiciones y circunstancias
(referéndum), tendrán sobre todo una competencia consultiva. Serán una
indicación cada vez más importante para la realización de medidas legislativas
asegurando al máximo la armonía de un contrato social más real y
consciente.
Los foros
legislativos forman un de los aspectos del poder respetuoso. Son una
primera expresión de la conciencia colectiva. La liberan progresivamente de la
presión inconsciente y colectiva de las fuerzas ciegas que parten naturalmente
de la masa todavía inconsciente de toda organización de la Vida. Pueden
establecer la igualdad de cada uno en el espacio de la responsabilidad social
para querer el bien para todos.
El poder ejecutivo (administrativo)
El poder
ejecutivo trata la gestión de conducción de la nación, lo que es más que la
simple ejecución de las leyes. Su función es la estimulación de la cooperación
de cada uno, de permitirla y adaptar en la misma dirección de servicio al progreso del conjunto de la Vida. Es pues
la expresión práctica del ideal democrático de la libertad. Supuestamente debe
adaptar el conjunto del espacio democrático a las necesidades provenientes de
las circunstancias que cambian en el tiempo. De esta manera el ciudadano es
guiado hacia la mejora de sus imperfecciones sociales al provecho de una
sociedad más coherente y libre. Pero la realidad parece otra.
Esta economía
política se reduce en el contexto actual ante todo a la imposición de
visiones a corto plazo que están siempre dirigidas por la ley de la
productividad del dinero. El servicio es ante todo lo que aporta o ahorra del dinero.
Lo que aporta legaliza generalmente las actividades, incluso más allá de la
expresión de los valores humanos. Muchos servicios que son garantes de la
aplicación de los valores humanos, por ejemplo comunicaciones, educación,
transportes... se estiman cada vez más como “insuficientemente productivos” y
por lo tanto reducidos injustamente en lugar de buscar soluciones más acordes,
educativas y armonizantes. Viendo
únicamente la ganancia directa, no nos damos cuenta de la importancia de la
pérdida del servicio para el conjunto. También es el caso de los que caen fuera
de las normas aceptadas, como tantos enfermos, impedidos, personas con
dificultades. En ello, también la presión de la inconsciencia colectiva
mantiene las tendencias de la ley del más fuerte negándoles a los más débiles o
apenas reconociéndoles su miseria.
Nos
encontramos no solamente en esta economía política unidireccional los medios
disfrazados para reforzar los intereses de la mayoría instalada, sino que
además cada uno trata de culpabilizar al otro por las desarmonías y las disfunciones
sociales. Concretamente, las instituciones administrativas son a menudo también
el reflejo de la conciencia y de la inconsciencia en la sociedad. También en
este nivel es necesario un terreno neutro, del instrumento de comunicación y de
una mediación multidireccional, directamente accesibles, para aclarar la
aplicación de las reglas y en caso fallido, poner en evidencia las lagunas,
incoherencias e injusticias que ponen trabas a la esencia de la libertad de
cada uno. Es el único medio para poder seguir la evolución social y prever sus
problemas.
También
en este nivel tienen su razón de ser los
foros administrativos a diferentes niveles como elementos de instrucción, de
armonización y adaptación. La gestión y la organización administrativa del espacio
político corresponden a cada uno y es otro aspecto del poder respetuoso,
largamente ausente en los estados modernos. Es la realización del principio que
la unión armoniosa de las relaciones en la diversidad constituye la fuerza de
expresión real de nuestra libertad.
El poder judicial:
El poder judicial tiene la tarea de garantizar el
principio de la fraternidad o de las relaciones mutuas y amistosas en la sociedad,
lo que significa más que tratar únicamente los conflictos. Es moderar las
interacciones en el espacio social, tanto en el nivel individual y
colectivo como entre ellos con el fin de que puedan contribuir a la armonía del
conjunto. Este poder debe garantizar que pasen de una manera justa, es decir,
que la libertad de expresión es al mismo tiempo una confirmación del principio
de igualdad de cada uno y una expresión de valores humanos a través de una
entente cordial.
Como estas
interacciones cambian con la evolución de las consciencias individual y
colectiva, también la idea de las relaciones justas cambia. En efecto cuanto más se eleva la conciencia
más fácilmente los principios de libertad, igualdad y fraternidad pueden
trascender los límites de las relaciones condicionadas por sentimientos
pasionales, costumbres ciegas y una mente concreta que limita la realidad a las
apariencias materiales y las evidencias de las fuerzas dominantes. También aquí
ideal y realidad se confunden.
Si la justicia entre los hombres
es un ideal basado en la aplicación de los tres principios de base (igualdad,
libertad y fraternidad) la práctica también sufre las consecuencias de las
fuerzas dominantes en las relaciones sociales y la falta de solidaridad
expresada por la abundancia de leyes y la necesidad de identificar un culpable
para cada injusticia. La sociedad en su conjunto con su inconsciencia y su
presión a menudo ciega, prácticamente nunca es condenada como culpable, hasta
que han pasado unos años de historia.
A pesar de las medidas para garantizar su independencia
para una justicia más equitativa, el peso de la influencia, del dinero y de las
astucias, incluso la presión colectiva (venganza, necesidad de un chivo
expiatorio) deforman demasiado a menudo el respeto de los valores humanos. La
solidaridad permanece también tan a menudo ausente como el reconocimiento de
los defectos colectivos.
En este nivel también los
foros pueden ser un elemento constructivo para la elevación del sentido de la
justicia teniendo como objetivo la aplicación y la elevación de los valores
humanos en las relaciones sociales. De esta manera se harán posibles relaciones
más justas y que se ponga una mayor atención a la educación en este sentido.
Estos foros judiciales serán
la clave del respeto general en las instituciones de las relaciones
democráticas. La participación más activa de cada uno en el poder de mediación
judicial por medio de la comunicación es la condición para una mayor
tolerancia, perdón, compasión y conciliación en las relaciones sociales. La
creación de relaciones más justas se aprende en la comunicación de las
aplicaciones de los valores humanos. Personas sabias, capaces de moderar, ser
transparentes y sintetizar las situaciones y los progresos serán necesarias para
su funcionamiento.
Conclusión:
Hemos dado una vuelta por el horizonte del poder
respetuoso que hace falta en la organización en nuestras democracias tanto en
el nivel legislativo como en el ejecutivo y judicial. Nosotros sentimos en
diversos niveles y en diversos sectores la necesidad de una organización
respetuosa, oficial y permanente de comunicación directa con la base.
Lo que puede tomar la forma de foros como esta tendencia se expande ya
ampliamente por internet. Los medios técnicos modernos permiten un instrumento
ligero, consultivo y a la vez educativo. Pueden organizarse en varios niveles
de la vida democrática y tomar según la ocasión la forma de encuentros más
directos y reales que virtuales.
Ante todo es necesario que nuestras democracias
reconozcan este principio respetuoso como la esencia, el principio del acuerdo
de solidaridad en el centro mismo de todo poder: la expresión moral de la
voluntad dinámica (=real) que unifica y transforma la Vida como un servicio para el bien de todos, por todos y con
todos.
Al fin, llega el tiempo en que
los poderes en la democracia comiencen a convertirse en más reales, más
solidarios en la aplicación
de la igualdad, la libertad, la fraternidad y la solidaridad de manera
transparente, con respeto y en un espíritu dinámico y creativo. El
principio de la mayoría debe disminuir su importancia, crecer a favor del
principio de un consenso más global y desplazarse parcialmente hacia centros de
comunicación democrática permanente: los foros públicos.
solidaridad democrática
en el corazón de cada uno
Está claro que este principio
dará un papel renovador a las monarquías existentes que evolucionarán por la
participación más activa de cada uno hacia repúblicas reales (del rey).
Por otro lado, será necesario que las repúblicas introduzcan de nuevo el
aspecto respetuoso y real del que han desconocido su valor. Ello no cuestiona
la existencia de la función de un presidente. Por lo tanto, investido de una
mayoría, la transparencia quiere que se convierta en el gobernador general de
una mayoría más importante cambiante.
Las repúblicas tendrán la
necesidad de introducir una institución central de solidaridad, de respeto y movilidad general
con personas garantes de las relaciones sociales más justas, leales y
respetuosas (reales), garantes también de la posibilidad de la participación
responsable y más activa de cada uno en los diversos poderes. Estas personas
debieran ser elegidas entre los más sabios de la sociedad fuera de las partes.
Serán elegidos por las capacidades de su conciencia de trascender las
confusiones y las exclusiones de los pensamientos posicionados de los
ciudadanos así como por los valores humanos que han integrado. Su papel es de
facilitar una comunicación y una mediación escalonada y promover el trabajo de
síntesis entre todos, la unidad en la diversidad, y nuevas formas de expresión
social más justas basadas en la expresión más clara de los valores humanos.
Podemos llamar a estas personas los jefes de la comunicación (real)
democrática.
El funcionamiento
de las instituciones democráticas, las transformaciones cada vez más necesarias
y su falta de transparencia se convertirán cada vez más en razones de división
social, de injusticias y conflictos sin la introducción de estas ideas de
síntesis.
A continuación hay un esquema de síntesis de estas ideas.

¿Como cambiar efectivamente la situación actual?
Comencemos
ya a la base, localmente a pequeña escala, en una calle, de los barrios, el pueblo, el municipio…
Hay ejemplos eléboros e.a. en el sur Cataluña.
Lancemos el debate sensibilizar tanto a cada ciudadano como a los hombres políticos.
Los hombres
políticos necesitan apertura y nuevas ideas para poder hacer frente a
los cambios del mundo actual. Al seguir con los valores y paradigmas
antiguos, sólo hay aceleración de la pérdida de crédito en los sistemas
actuales y su autodestrucción por falta de transformación real.
Eduquemos
a nuestros jóvenes en el sentido de compartir la responsabilidad
colectiva para el bien común. Estudiemos trabajo de síntesis.
Introduzcamos estas ideas en las escuelas y las federaciones de los
padres de alumnos, las academias y los Ministerios.
El lazo con las escuelas es muy importante, y también con los medios de comunicación porque “se concierne a cada uno”.
La inmadurez de la masa de los hombres no es un argumento “contra”,
sino razón de más para comenzar urgentemente volver toda la sociedad
más coherente y más responsable.
Propongamos la existencia de la red para la convergencia planetaria, incluido Pangeosis y el trabajo de síntesis, así como las ideas de la carta ética.